jueves, 8 de marzo de 2007

LA MUJER EN LA HISTORIA DEL CUSCO

LA MUJER EN LA HISTORIA DEL CUSCO
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

A LA MEMORIA DE MI MADRE, SRA. CONSUELO SAMANEZ CACERES DE GUTIERREZ

Por gentil invitación del Comité Organizador del Encuentro de Escritoras he preparado estas glosas en homenaje a la mujer cusqueña. No soy un especialista ni mucho menos historiador, tan solo alguien que, con voluntad y pasión, ha consagrado parte de sus desvelos al estudio de nuestra historia, tradiciones e identidad cultural sin otro afán que el de abonar ese jardín florido de la peruanidad que es el cusqueñismo. Un localismo dialogante, altivo, al mismo tiempo que creativo, esperanzador y de vocación universalista.
Rendir homenaje a la mujer es rendir el homenaje a la madre que nos diera la vida y que con amor maternal nos indujera a amar lo nuestro sobre todas las cosas y consagrar la vida entera a esos altos menesteres. Por eso nos remitimos al proceso de la historia para mostrar que, paralelamente a la historiografía oficial hecha unilateralmente por varones, hay una historia exclusiva del género femenino.
La humanidad ha desarrollado muchísimo en las últimas centurias y el futuro ofrece un desarrollo aun mayor, ahora con la competencia de la mitad de la población, constituida por mujeres, género que hasta hace poco sufrió injusta postergación.
El varón dominó la humanidad desde sus albores. Sólo en una remota época, predominó la mujer. Fue la etapa de la aurora humana, conocida como matriarcado. Después, al constituirse la sociedad patriarcal, la mujer pasó a ser considerada como un objeto sexual, casi una esclava, sin derechos y sólo con obligaciones. Sucesivamente las sociedades Asiría, Egipcia, Griega y Romana, relegaron sistemáticamente a las mujeres. Hubo heroínas del pensamiento como la griega Hipatía, o trágicas reinas como Cleopatra. En la Edad Media, se distinguieron Juana de Arco e Isabel de Castilla. La religión católica y la inquisición persiguieron a las mujeres poseedoras de conocimientos calificándolas de brujas.
Las sociedades precolombinas en América también relegaron a la mujer pero en la sociedad andina la mujer tuvo un rol de relativa igualdad, en el norte hubo sacerdotisas que dominaron las ceremonias sangrientas de los mochicas y las regias reinas guerreras: las capullanas. Imaginamos acaso, la destreza de las tejedoras Paracas o Wari y Tiahuanaco. Dueñas de secretos alquímicos de la preparación de pócimas de hierbas, sales y mordientes de una tintorería que fue sepultada con ellas en los desiertos. Uno de los mitos incásicos de la creación del Imperio Inca considera a Mama Occllo una mujer extraordinaria que enseñó las artes textiles, el arte de la crianza de los niños, los hábitos de la civilización. Porque la mujer, acumuladora de inventos y soluciones prácticas las hizo suyas en su hogar o caverna: textiles, tejidos, cestería, alfarería y todas las manualidades. Pero también accedían al control del estado y compartían el uso del poder; cada gobernante imperial tenía una gran mujer a su lado. A Sarmiento de Gamboa en tiempos de Toledo, le informaron los amautas la historia de Mama Huaco quien, con mucha bravura, había despojado de sus tierras a los antiguos Huallas, después de degollar a uno de sus enemigos le había sacado e inflado los pulmones para dar valor a los suyos; otros cronistas como Guamán Poma, en sus textos y dibujos hablan, por ejemplo, de Anahuarque, esposa del gran Pachacuti y de la brava capitana Chañan Curicuca o mejor Chaiña Coricuca (según el historiador Cornejo Bouroncle) que enfrentó a los chancas y retuvo el ataque en las alturas de Cchocco-Ccachona y luego de alcanzar la victoria, en Yawarpampa bailó sobre los cadáveres de los vencidos al compás de los tambores y los pututos.
Sin embargo, las mujeres, también, eran usadas para establecer alianzas políticas a través de matrimonios y el inca entregaba jóvenes muchachas, como sacrificio para aplacar la furia de sus dioses o como regalo por el valor de sus generales y jefes aliados. El amor por una bella mujer, hija del inca, perdió al legendario Ollantay quien aspiraba unir en matrimonio su sangre plebeya con la sangre real. Y al ser rechazado por haber consumado el matrimonio en secreto, se rebela contra la suprema y despótica autoridad, en el drama colonial inspirado en tradiciones orales de los descendientes del imperio.
El bello sexo, sutilmente, con astucia e inteligencia compartió el poder y manejó a su antojo a los hombres más soberbios. Al caer el imperio algunas mujeres fueron desposadas por los conquistadores, sea por amor o por la fuerza, trajeron al mundo una nueva raza. Dos mujeres ejemplarizan esa época crucial: la Palla Ccori Occllo, hermana de Manco Inca y la princesa Isabel Chimpu Occllo
La primera, al caer prisionera de los españoles durante la huída de Manco, prefirió la muerte antes de ver mancillado su honor por los brutales vencedores untando su bello cuerpo con estiércol, nos muestra el orgullo de una raza indomable e invencible. La palla Isabel nieta de Túpac Inca Yupanqui y sobrina de Huayna Ccapac, obligada a convivir con un capitán español, crió en su seno a un niño al que con amor y cariño maternal le enseñó la grandeza de sus antepasados, narrándole hechos que décadas después recordará con lujo de detalles en muchos pasajes de su monumental obra, el Inca Garcilaso de la Vega, él recuerda cómo su madre y parientes maternos se lamentaban llorando el cambio de su suerte pues habiendo sido reyes antes, ahora reinaban en vasallaje. La palla Isabel sufrió el injusto repudio por parte del capitán español, quien luego, desposó a una española.
Es conocida, también, la historia de Beatriz Clara Coya hija de Sayri Túpac, casada aun niña con el capitán Martín García de Loyola -sobrino de San Ignacio de Loyola, sólo por el mezquino interés de este español de heredar sus bienes que, Beatriz como heredera directa de los últimos incas, le correspondían. Sometida a vivir con aquel detestable hombre que capturó a su tío Túpac Amaru, el inca adolescente que huía llevando a Punchao, el ídolo de oro que representaba al sol y en cuyo interior estaban unidas las cenizas de los corazones de todos los emperadores del incario. Su hija, Ana María Lorenza, quedó huérfana y fue llevada a España donde casó con Juan Enrique Borja, nieto de San Francisco de Borja, y consiguió el título de Marquesa, dueña del Marquesado de Oropesa en el valle sagrado de los incas. Estos dos matrimonios se hallan retratados en un lienzo de la iglesia de la compañía de Jesús.
Juana Pillco Huaco, hija de Túpac Amaru, casó con Felipe Condorcanqui curaca de Tinta, de cuya descendencia real nació el prócer de la independencia José Gabriel Túpac Amaru en cuya revolución se vivió la mayor epopeya de la mujer andina con Micaela Bastidas, esposa y lugarteniente del Rebelde, reconocida por los historiadores por su talento militar y arrojo sin límites que conservó hasta el último instante de su cruel sacrificio, cuando fue salvajemente torturada y asesinada junto con su marido y familiares en la plaza de armas de esta tierra, marcando, así, con su sangre, las páginas de la historia americana. De Micaela se conocen cartas alentando a la sublevación, comunicaciones con su marido para la organización y dirección de la guerra, ella misma comandaba tropas e intervenía en el campo de batalla. Con ella recordemos a las otras capitanas y mártires de la libertad como Tomasa Tito Condemayta, Cecilia Túpac Amaru, Marcela de Castro y Manuela Tito Condori .
En Europa, ni siquiera, en el siglo XVIII, el siglo de la ilustración y la Revolución Industrial, se abrieron las puertas a la mujer. Muchas literatas se ocultaban tras seudónimos masculinos y hubo pensadores misóginos como Schopenhauer que decía que la mujer era una animal de cabellos largos e ideas cortas. Aquella sociedad no educaba a la mujer sino para labores domésticas y triviales.
Durante la guerra de la independencia una bella cusqueña acaparó la atención y admiración del los pueblos: La Mariscala, mujer de carácter y temple varonil, esposa del militar cusqueño Agustín Gamarra. Un enemigo acérrimo del libertador Bolívar y de sus proyectos panamericanos, por una razón de carácter sentimental y humana: por una carta de Sucre a Bolívar, se sabe que Gamarra odiaba a Bolívar porque, mientras a él, lo abrumaba con títulos y obsequios, pretendía enamorar a su mujer, según ella misma se lo había confiado. Esa actitud desleal, hizo que Gamarra combatiera a la Confederación Peruano Boliviana hasta derrotarla en Yungay con la ayuda de los ejércitos chilenos del general Bulnes. Cuenta la tradición que fue la Mariscala la encargada de coronar a Bolívar, a su llegada al Cusco, con una corona de laureles hechos en oro por orfebres nativos, la corona resultó muy grande para el cráneo microcéfalo del caraqueño y fue a parar a sus hombros. En una de esas fiestas la Zubiaga le había propinado una sonora bofetada al orgulloso libertador de las cinco repúblicas americanas, por haberse propasado.
La Mariscala, a caballo con uniforme militar y con fuete en mano, había desbaratado varios intentos de sublevación de las tropas y, con fusil y espada, había intervenido en los combates. Durante la presidencia de Gamarra manejó a su antojo al Congreso y a los ministros.
La república aristocrática criolla nacida de la victoria de Ayacucho pronto se olvidó del Cusco. La Confederación fue la última alternativa para devolverle a esta ciudad su estatus de capital de la nación, caída ésta, en 1835, sobrevino la decadencia, el caos. La tiranía militar y el caudillismo se apoderaron del país, mientras se entregaban las riquezas al naciente imperialismo inglés: el comercio lanero, las riquezas minerales, el guano y el salitre que nos ocasionó la infausta guerra con Chile. Una mujer inicia la liberación de su género en el Cusco, contagiada de los nuevos ideales libertarios y gremialistas, reúne al proletariado artesanal en la Sociedad de Artesanos, para iniciar la lucha por arrancar sus derechos más sentidos. Ella fue María Trinidad Enríquez, descendiente de Túpac Amaru, valerosa mujer que fue la primera universitaria del Perú y una de las organizadoras de los regimientos cusqueños que se batieron heroicamente contra el invasor chileno.
Otra gran cusqueña, encendió el fuego de la redención del indio al denunciar valientemente el abuso despiadado que el juez, el gobernador y el cura –“ésa trinidad embrutecedora del indio” en palabras de González Prada - ejercían contra la raza nativa. Las novelas y la vida misma de Clorinda Matto de Turner, vida ejemplar, valiente y digna, fueron de combate por un ideal de redención y de moralización de la vida social, que el clero retrógrado y el civilismo persiguieron con saña hasta echarla del país. En el exilio creció su fama y gozó del reconocimiento universal como grande de las letras americanas hecho que atestigua su obra publicada póstumamente “Viaje de Recreo”(1909) .
En el siglo XX, fue la ciencia el arma de liberación de la mujer en el mundo, asoma su débil figura de ilustre abuela Madam Curie, descubridora del elemento químico Radio que la hizo merecedora del Premio Nóbel de Química y colocó su nombre al lado de renombrados científicos como Rutherford, Thompson o Albert Einstein. Otras personalidades femeninas descollaron en el escenario mundial tales como: La poetisa chilena Gabriela Mistral, Nóbel de Literatura, la revolucionaria y pensadora alemana Rosa Luxenburgo y tantas otras mujeres que brillaron con luz propia en la ciencia, el arte y la filosofía. En la época contemporánea, la mujer realizó muchas conquistas sociales como el derecho al voto, la igualdad ante la ley y el acceso a los centros de estudio.
A principios del siglo XX era tal la situación en el Cusco que, cuando se proclamó la Primera Huelga Universitaria de Sudamérica, reclamando la reforma de una universidad decimonónica y caduca, las vendedoras del mercado creyeron que los universitarios se habían rebelado para disputarse los amores de las pocas jóvenes alumnas que asistían al claustro.
El protagonismo de la mujer empieza con la generación de “El Ande” en 1926, conformado por varones y mujeres estudiantes universitarias e influidos por la ideología del socialismo; un selecto sector femenino se agrupó y publicó la revista “Albores” ellas fueron: Lucrecia Núñez de la Torre, Martha Alicia Yépez, Rosa Rivero, Teresa Loaiza y Mercedes Quintanilla a algunas de las cuales las encontramos militando en los recién fundados partidos comunista y aprista y en los gremios sindicales que luchaban activamente contra los dictadores de turno: la de Leguía en los años treinta y Sánchez Cerro en el 31 y 32. Algunas de estas militantes sufrieron prisión y persecusión por sus ideales, la reacción clerical y la cucufatería las discriminó truncando sus aspiraciones, pese a ello Concepcion Ramos, por ejemplo, llegó a ser la primera mujer nombrada Juez.
En 1927 se fundó la Sociedad Pro Cultura Clorinda Matto de Turner, entidad que agrupó a distinguidas señoras y tuvo como primera presidenta a la Sra. Leticia Valcárcel de Álvarez, a la que siguieron entre otras, María Benavides de Paredes, Luisa Garmendia de Pacheco, Juana Pinelo de Frisancho, Elvira Romainville de Berninzon, Concepción Olarte de Estrada, Carmen Acuña de Ferro, Martha Alicia Yépez, Rosa Begazo de Olivera, Consuelo Ibarra de Aragón, Teresa Flores, Zoila Ladrón de Guevara, Abelina Pérez de Estrada, Carmen Monteagudo de Olazábal, Graciela Carreño, Luz Marina Cunza y Gilma Olazábal.
En el Instituto Americano de Arte entidad cultural fundada en 1937, fueron socias activas, Martha Alicia Yépez, Rosa Augusta Rivero, Estela Bocángel Montesinos, Carmen Estábile de Ferro, Delia Vidal de Milla, Nelly Aragón, Delia Blanco de Valencia, Julia y Celia Chambi y María Luisa Kuon. Actualmente laboran Carmela de Pérez, Yemira Nájar, Ana María Gálvez, Ana María Enciso Coronado, Tania y Blanca Gutiérrez y Gladis Concha.
También, a nivel personal, descollaron artistas y educadoras como la profesora Logria Flores, la Dra. Delia Vidal Unda, primera mujer que ejerció la cátedra universitaria en nuestra universidad y la Dra. Zoila Ladrón de Guevara Rectora interina de la Universidad; Poetizas como: Carmela Perea de Thomsom, Marga Elena o Margarita Mendizábal, Luchi Blanco poetisa y autora de cuentos para niños; Delia Blanco de Valencia y Emperatriz Escalante en la literatura quechua; escritoras contemporáneas como Ana Bertha Vizcarra, Tania Gutiérrez, Ruth Miranda, las hermanas Luz y Carmen Samanez Paz; Tania Castro actriz y poeta; Mitzy Gudiel. No faltan novelistas como Clorinda Caller Iberico, Genara Elorrieta y Betty Yábar.
En el arte, son de recordar: Carmen Vargas de Béjar, Julia Chambi, María Luisa Kuon, Georgina Dueñas de Mendivil, Maxi Palomino de Sierra y Genara Benavente; las actrices Delfina Paredes, Zulema Arriola y Tania Castro; compositoras como Consuelo Pagaza Galdo y Nancy Lucía Chávez Oroz.
En el periodismo Alfonsina Barrionuevo, Ernestina Baca, Rina Jara, Arelí Aráoz y Bertha Alegre. En la política son conocidas las parlamentarias Laura Caller, Friné Peña y Teresa Flores de Paliza. Recordemos también a las luchadoras sociales herederas de Micaela, como la heroína campesina Toribia Flores de Cutipa , asesinada por las fuerzas represivas en los años ochenta, las lideresas estudiantiles Fanel Guevara y Ana María Cabezas; Hoy en día es digno relevar la labor de Inés Fernández Baca y la Ing. Sandra Chevarría y la labor del Centro de Estudios e Investigaciones de la Mujer Andina “Trinidad Enríquez” que publicó la Revista “Mujer Andina”(1992), animado por Blanca y Tania Gutiérrez Samanez y un grupo de profesionales como la Dra.Gladis Oblitas, la Ing. Ana María Enciso Coronado y las antropólogas Ana María Gálvez y Yemira Nájar de Flores.
En la diplomacia destacó la Dra. Carmela Aguilar Ayans, primera Embajadora Mujer de nuestro país. En las ciencias físicas y naturales, citamos a la Dra. Laura Guevara Ochoa, la Ing. Miriam Salas, la Bióloga Nora Ugarte Bustinza, Vicerrectora de la Universidad; en las ciencias sociales destaca la antropóloga Carmen Escalante Gutiérrez, coautora de textos ya clásicos como “Gregorio Condori Mamani” Autobiografía de un campesino y otras valiosas obras de investigación, Imelda Vega Centeno, investigadora del Centro Bartolomé de la Casas; en arqueología citamos a Daisy Núñez del Prado y Mónica Paredes y tantas otras personalidades que en este apretado discurso, con seguridad, involuntariamente, he olvidado.
Para terminar debo decir que en nuestra generación, la mujer se viene destacando en la investigación científica y es la informática, una de las alternativas más eficaces para su desarrollo, por cuanto, la mujer presenta aptitudes específicas como la mayor capacidad de concentración, paciencia, disciplina, meticulosidad en el trabajo, que son fortalezas de su género. La informática es una actividad que requiere mayores facultades intelectuales y su aplicación alcanza la medicina, la arquitectura, la economía, la ingeniería y el Derecho. En los cuales es una herramienta de procesamiento de datos importante.
No hay, ahora, espacios profesionales en los que no compita la mujer, pero, en el mundo aún un 70% de mujeres son dependientes económicamente de sus parejas, pero la tendencia es a disminuir; el proceso de globalización de la economía, las mega tendencias del mundo moderno a la mundialización de los medios informáticos, con el Internet, abren posibilidades mayores, para el protagonismo y liderazgo de la mujer en la transformación del mundo. La cibernética y la informática han hecho realidad la mayor revolución de los tiempos modernos: la liberación de la mujer de las ataduras tradicionales remanentes de la sociedad patriarcal, los prejuicios sociales y religiosos, el machismo y la dominación.
La crisis del capitalismo y la expansión de los mercados transnacionales, han abierto para la mujer campos de desarrollo profesional y técnico que hoy constituyen grandes mercados ocupacionales que la van integrando a la producción, liberándola de las ocupaciones domésticas. Sin embargo un gran sector todavía sufre la explotación social, la prostitución y otras lacras sociales.
Recalcamos que la mayor revolución social que se espera en estos tiempos es la incorporación de la mujer, es decir la mitad del género humano, a la transformación de la sociedad, la conquista del conocimiento, la belleza, la verdad, la justicia y el pan. Lo que será también el triunfo de la igualdad de los géneros, después de 15 o 20 mil años de absurda dominación. No es casualidad que el premio Nóbel de la Paz de 1992 haya sido otorgado a la humilde campesina y luchadora social guatemalteca Rigoberta Menchú.
Con este recuento de la obra de nuestras grandes paisanas, rindo homenaje a la mujer cusqueña y a la memoria inmarcesible de mi madre Doña Consuelo Samanez Cáceres de Gutiérrez, invocando a ustedes seguir aportando como género en toda iniciativa igualitaria universal de rechazo a la guerra imperialista, defendiendo nuestro patrimonio cultural de toda agresión o despersonalización. Enseñando a las nuevas generaciones el amor a nuestra cultura sincrética, americana; procurando iniciativas innovadoras que la vitalicen e integren en la globalización en condiciones ventajosas, para lograr el anhelo de toda la humanidad: construir, a corto plazo, un mundo en el que todos tengamos iguales condiciones y oportunidades y veamos mejorada nuestra calidad de vida en equilibrio con la naturaleza a la cual, en última instancia, nos debemos.
(Cusco, 08 de marzo del 2007)

BIBLIOGRAFIA
“Sangre Andina”, Diez Mujeres cusqueñas, Jorge Cornejo Bouroncle, Cusco 1949
“Peruanos del siglo XIX” . Jorge Basadre
“Comentarios Reales de los Incas”, Inca Garcilaso de la Vega
“Señores destos reynos” (cuentos), Luis Nieto Degregori, Lima 1994
“Agustín Gamarra”, Raúl Rivera Serna.
Revista Pro Cultura No. 8, Cusco 1997.
Revista “Albores”, Cusco 1926
Artículos de Tania Gutiérrez S. en: Revistas del IAA Nos. 13, 14, 15 y Revista “Mujer Andina” del Centro de Investigación y Asesoramiento para la Mujer “Trinidad Enríquez” 1992.
“Trinidad Enríquez, Primera Universitaria y Precursora Social” Tania C. Gutiérrez Samanez, Cusco 2005.
“Esbozo cronológico de publicaciones y actividades culturales cusqueñas J.A.G.S. Revista Crónicas Urbanas Nº 3. y otros trabajos periodísticos y ensayos del autor.
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